Echando la vista atrás siempre hay juegos que afloran automáticamente al pensar en una máquina concreta. Gonzzalezz puede que a priori no sea de esos, pero si es de los juegos más carismáticos y divertidos que creó la compañía española Ópera Soft.
Hablar de Opera Soft es hablar de una parte fundamental de la Edad de Oro del Software Español. Fue fundada en 1987 tras la quiebra de Indescomp y empezó de forma imparable con el gran Livingstone Supongo y fue la artífice del indispensable La abadía del crimen, una de las obras cumbre del soft español (le pese a quien le pese).
También bajo el sello Ópera se crearon los subsellos Opera Plus y Opera Sport. Es importante remarcar que no tiene nada que ver con la noruega Opera Software (creadores del navegador Opera).Ya tendremos tiempo en Retro Gamikia
de hablar largo y tendido sobre todo lo que significa esa dorada época
para la historia de los videojuegos en España, pero por ahora para
situarnos es suficiente.
El juego que nos ocupa, Gonzzalezz fue lanzado en 1989
y es surrealismo en estado puro. Literalmente. Desde el entrañable país
de Mexico nos presentaba a nuestro héroe, el carismático y arquetípico
mexicano Gonzalez, campeón amateur de ese gran deporte nacional que es
la siesta.
El juego se dividía en dos contextos muy distintos entre sí: en el
país de los sueños (de ahí lo surrealista) y en el poblado de nuestro
dormilón protagonista. En nuestra odisea onírica (más bien pesadilla)
debemos recuperar el despertador para evitar así que suene y estropée
nuestra generosa siesta.
Debemos superar la nada despreciable cifra de siete fases a base de saltos y planeos,
evitando tanto enemigos surgidos de una mente enferma (desde
aspiradoras a lámparas asesinas) como el pisar el suelo, que significaba
muerte segura. Así hemos de saltar de plataforma en plataforma, de flor
en flor, de viga en viga, evitando a toda criatura que nos encontremos…
Nuestras andanzas seguirán en el mundo real con el objetivo (oh,
sorpresa) de alcanzar nuestra hamaca situada al final del pueblo.
Durante el transcurso de tan loable hazaña deberemos enfrentarnos tanto a
indios cabreados como a animales e insectos venenosos, además de algún
vecino envidiosillo. Como véis, todo parece predispuesto para que no
podamos dormir como los dioses mandan. Al menos podíamos usar objetos
que nos facilitaban nuestro polvoriento periplo.
Marca de la casa es esa jugabilidad made in Ópera: un control
realmente bueno con un sistema de salto y planeo ajustado hasta el
milímetro. Tampoco sería justo dejar de lado el buen trabajo gráfico que
recreaba dos mundos tan distintos pero ricos en detalles a la vez, así
como una animación de los personajes que para la época era genial.
Los FX y la increíble música
aun resuenan en mi cabeza. Tened en cuenta que estamos hablando de, por
decirlo de alguna manera, dos juegos en uno (cada uno en una cara del
cassette, como debía de ser). Fue lanzado para Amstrad CPC, MSX,
Spectrum, Amstrad PCW, PC y compatibles.
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